Te levantas con calma, te haces un café como manda la tradición, muerdes un croissant... y ¡zas!, un pinchazo terrible en la muela que, supuestamente, ya habías enterrado hace años. La misma que te “mataron” en la consulta. Y tú, con el alma a cuadros, te preguntas:
“¿Pero no se supone que ese diente ya no tenía vida?”
Pues sí, compañero. Aunque te lo hayan dejado como un sarcófago sellado, las muelas operadas pueden dar guerra con el tiempo. Y hoy vamos a contarte por qué ocurre, qué puedes hacer al respecto, y cómo evitar que ese suplicio se convierta en una saga.
Primero de todo, ¿Qué es una endodoncia?
Imagina que tu diente es como una casa, y dentro vive un pequeño nervio con sus vasitos sanguíneos de compañeros. Si entra un ladrón (una caries profunda, un golpe o una fractura), puede fastidiar al inquilino de dentro… y cuando eso pasa, duele. Y mucho.
La endodoncia viene a ser como un desahucio urgente: sacamos al inquilino lesionado, limpiamos toda la casa por dentro, la desinfectamos bien y luego la rellenamos para que no entre nadie más. El objetivo es salvar el diente, que quede estable y funcional… aunque ya no tenga sensibilidad.
Vamos, que si el diente se queda “sin vida”, al menos sigue en pie y sin dar guerra.
Aquí estamos otra vez... Entre tu y yo, odio ir al dentista.
¿Es normal que una muela ‘muerta’ vuelva a doler?
La endodoncia es una especie de exorcismo dental: se limpia el interior del diente, se elimina todo lo que huela a infección y se sella la zona para que nada vuelva a entrar. En teoría, si ya no hay nervio, no debería doler jamás.
Pero esto no es teoría. Es la vida real. Y en la vida real, el entorno del diente puede inflamarse, infectarse, romperse o incluso resentirse por antiguas heridas.
🧠 Apunte cartaginés: Según la Sociedad Española de Endodoncia, hasta un 10% de las endodoncias pueden fallar a lo largo del tiempo. Y eso sin contar los que no van al dentista ni con una orden judicial.
Las razones más comunes del dolor post-endodoncia
🔸 Fractura interna de la muela
Una muela sin nervio no es invencible. Con los años, y sobre todo si no tiene una buena corona protectora, puede agrietarse por dentro como una vasija antigua. Y esas microfracturas pueden doler cuando menos lo esperas.
¿Te pasa esto?
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Dolor al morder o presionar.
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Sensibilidad solo en ciertos ángulos.
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Dolor difuso pero persistente.
¿Solución? Pide a tu dentista una radiografía o un escáner tipo CBCT. Si hay rotura, la solución puede ir desde una nueva reconstrucción hasta decirle adiós al diente.
🔸 Infección subterránea o reincidente
Aunque el tratamiento se haya hecho bien, bacterias muy puñeteras pueden colarse por fisuras invisibles, un sellado deficiente o incluso por el propio hueso. Y cuando eso pasa, el dolor vuelve como un fantasma.
Síntomas clásicos:
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Dolor constante y punzante.
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Encía hinchada.
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Mal sabor o secreción.
¿Qué hacer?
Corre al dentista. Tal vez necesites un re-tratamiento o una cirugía apical para eliminar la infección desde la raíz (literalmente).
🔸 Problemas con la corona dental
A veces el enemigo no está dentro del diente, sino encima. Una corona mal ajustada, un cemento flojo o una altura incorrecta pueden provocarte dolor al morder o incluso inflamación de encías.
¿Te suena?
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Dolor reciente tras colocar una funda.
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Molestia que aparece solo al comer.
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Inflamación alrededor del borde de la corona.
¿Solución? Revisión protésica y, si hace falta, ¡cambio de corona! A veces, menos es más.
🔸 Inflamación periodontal
Tu diente no tiene nervio, pero la encía y el hueso siguen vivos y coleando. Y si no los cuidas bien, pueden inflamarse. El sarro, la mala higiene o el bruxismo son enemigos silenciosos.
¿Síntoma clave?
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Dolor al tacto.
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Ligera movilidad.
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Encía enrojecida o retraída.
¿Remedio? Limpieza profunda, revisión periodontal y un cepillado más digno de un ritual sagrado.
🔸 Dolor post-anestesia o neuralgia
Sí, a veces la propia anestesia o una intervención intensa puede dejar el nervio facial algo tocado. Lo llaman parestesia, y puede doler, molestar o dejar zonas raras durante días o semanas.
¿Qué notas?
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Hormigueo o entumecimiento.
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Dolor que va hacia el oído o mandíbula.
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Sensación de “quemazón” interna.
¿Qué hacer? En la mayoría de casos, se pasa solo. Pero si dura demasiado, consulta con un especialista en dolor orofacial.
¿Qué puedes hacer mientras tanto?
Si te está empezando a doler y aún no has podido ver al dentista, hay cosas que puedes hacer para aliviar el mal rato. Desde los remedios clásicos, hasta nuestros favoritos de la botica natural, te sugerimos lo mejor que hemos encontrado en Amazon (Enlaces de afiliado para pagarnos el dentista) en calidad/precio, además de nuestra joyita de la corona:
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Cómo cuidar una muela con endodoncia (y evitar que grite en el futuro)
Una muela tratada es como una ruina romana: ya no es lo que era, pero aún se puede conservar con dignidad.
Tareas del día a día:
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Cepilla sin apalear, pero a conciencia.
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Usa hilo dental o cepillos interdentales.
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No mastiques hielo, huesos ni botellas (sí, lo sabemos).
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Visita al dentista cada 6-12 meses.
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Si rechinas los dientes de noche, plantéate una férula.
- En este caso es posible que tengas que revisar tu estrés, EN ESTE ARTÍCULO tal vez consigamos enseñarte cómo debes hacer para que consigas dormir bien.
Conclusión: No estás loco. Pero tu muela quiere decirte algo.
Cuando duele una muela operada, hay una razón. Puede ser algo leve, como una funda desajustada, o algo más profundo, como una reinfección. Pero lo importante es no ignorarlo ni taparlo con analgésicos eternamente.
Consulta con tu dentista, hazte pruebas si hace falta, y cuida lo que aún se puede salvar.
Y si mientras tanto necesitas alivio natural, dale una oportunidad a lo que viene de la tierra. En El Boticario de Cartago creemos en la ciencia… y en las plantas bien usadas. Por eso recomendamos Coco PAX, nuestro aceite de CBD, cuando necesitas tregua del dolor pero aún no hay solución definitiva.
Fuentes consultadas y bibliografía
1. Sociedad Española de Endodoncia (SEPA)
2. Journal of Endodontics
3. American Academy of Periodontology
4. PubMed Central
5. National Institute of Dental and Craniofacial Research